PARA ALEGRAR TUS OJOS

Los ojos de Carmen

LA TRISTEZA DE TUS OJOS

Miras al infinito desde  un alma que llora,

para ver si la aurora te devuelve el pasado.

Tus ojos no te dejan mirar desde el presente

porque viven ausentes, buscando al ser amado.

En las noches de hielo de tus sueños partidos

oyes el canto herido de un corazón sin calma.

Como el mar del mal tiempo, en ti solo hay naufragios,

de las guerras perdidas en feroces batallas.

Todo te lo tragaste, como se traga el cielo

las lejanías difusas de los campos, al alba.

Hubo una alegre hora del alago y del beso,

cuando tu cuerpo ardía como un faro en la noche;

en tu infancia perdida tu alma alada y herida

descubrió los contornos del llanto y del desprecio.

Te agarraste al dolor como lo hace la hiedra

a la pared de piedra, más allá del deseo;

eras la sed y el hambre, la ruina y el milagro,

la soledad oscura, el amor puro y ciego.

Llenaste tus espacios de infinita ternura

y el infinito olvido te astilló la esperanza.

Cementerios de besos: aún hay fuego en tus tumbas,

aún los racimos arden, al sabor de tus lágrimas,

y te duelen los miembros y la boca mordida

por los dientes hambrientos de los cuerpos trenzados

en cópulas de fuego, de esfuerzo y de esperanzas;

en los recuerdos vívidos de los nudos cortados,

de la palabra amor, apenas comenzada.

Y tu ternura, leve como agua sobre harina,

se rompió cantarina como gota de fuente;

más como  hacen las rosas en la fiel primavera

rompiste las corrientes y floreciste en cantos.

De tumbo en tumbo fuiste, llameaste y cantaste,

de pie, como un marino en la proa de su barco…

¿qué miedo no sentiste?, ¿qué vaso no apuraste?,

¿qué dolor no exprimiste?, ¿qué amargura no hallaste?…

Sin embargo en tus ojos aún la pregunta existe

y hay un grito en tu boca, que tu boca no grita;

se muere el universo en su calma infinita

escondiendo los trozos de tus estrellas rotas.

Sin embargo en tus ojos, en súplica constante,

aún existen los brillos de la eterna esperanza.

Tiene tu corazón un llanto de princesa

y un fondo de ternura aún se nota en tu cara.

En tus labios abiertos hay textura de fresa

y la ansiedad del mimo existe en tu mirada.

Y tus ojos, cansados de mirar a la vida

frente a frente, con furia, sin bajar la mirada,

se enredan en los ojos de una imagen querida,

de quien mira tu ausencia con ansiedad constante,

un hombre, un caminante, un amigo, un amante,

un refugio en tu vida y un bálsamo en tu alma.

Las noches son refugio de las heridas fieras

que el alma rota sufre, con cruel amargura.

La aurora es la esperanza de un mañana sin tiempo,

que cicatrice el hoy, el ayer y el mañana.

Pero en tus ojos tristes, pintados de amargura,

aún pervive la chispa que alienta tu esperanza

de un futuro sin sombras, sin tragedia acechante,

y tu pregunta errante de los lejanos tiempos,

se ciñe como el viento se ciñe a las encinas,

transformando sus furias en brisa cantarina,

en suavidad de seda, en amor, en cariño…

en caricia sin tiempo, con suavidad de niño,

en mañana feliz , sin dolor, con  ternura,

con la esperanza ciega de que nada es eterno,

ni siquiera el infierno del dolor de la herida.

Porque de eso se trata, de salir del infierno,

de encontrar la esperanza, de vencer a la vida.

M. Pablos

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